
Hace un año hice un balance del 2007 y lo tenía claro. Es más, era capaz de resumirlo en una sóla palabra. El 2007 fue un año de pérdidas en mi vida.
¿Pero cómo definir este 2008? Quizás puede decirse que es como esa amistad que nunca te decepciona porque nunca esperaste gran cosa de ella.
Por un lado siento que fue un año vacío. Tras haber pasado los últimos años con grandes cambios en mi vida, este, en el que estube estable, se me hace raro…
Conseguí un trabajo que me gusta con buenas compañeros. Siento que la gran mayoría de mis compañeros me quieren y ya se sabe que sentirse querido es el primer paso para querer dar amor y cariño.
Me sentí más libre, rompí con ataduras forjadas a lo largo de muchos años y me siento muy orgullosa de eso cuando soy capaz de verlo. Al igual, que conseguí decir que no a Óscar y volver a dejar a salir a la Bea de verdad y no a la que querían él y mi madre para no avergonzarse de mí.
No hice viajes, no disfruté mi juventud al igual que la mayoría de la gente de mi edad. Pasé largas horas en soledad. Muchísimas. Y le vencí la batalla a ese gran enemigo de toda la vida, al pánico a estar sola, a no tener a gente. Y no solo eso, sino que salí reforzada, pues todo ese tiempo conmigo misma alejada de todos y de todo y sin nada que hacer, me hizo pensar en mí, luchar con mi lado enfermo y poco a poco ir notando como seguir en el mundo es más agradable.
Aún no siento el amor por la vida que notaba en los ojos de mi padre mientras luchaba contra el cáncer. Yo aún seguiría dejándome llevar si me pasara. Pero ya no me duele estar aquí. Ya no me duele pensar en futuro. Dejé las expectativas en un baúl junto con lo que me gustaría que fuera mi vida. Lo cerré bien con llave y me dedico simplemente a vivir. A disfrutar cada sonrisa, cada cariño, cada color del cielo y todos los pequeños detalles gracias a los cuales ya no me cuesta despertarme cada día. Y los problemas que surgen día a día me los tomo con una actitud muy positiva que sorprende a todos y mismo dicen que es digna de admirar jeje.
Cuando la gente me pregunta qué tal estoy me dan ganas de decirles que plana. No estoy rebosante de felicidad pero tampoco tengo ninguna razón por la que no sonreír. Me siento tranquila que es seguramente lo que más necestitaba mi mente. No tengo a casi nadie alrededor, pero quizás es eso lo que necesitaba para poder trabajar conmigo misma sin que nadie me influyera ni distrejara.
Este año me ha dado muchas cosas. He conocido a personas especiales que me han devuelto la fe en mi misma y el amor en general. Gente que siento por primera vez que estaría a mi lado siempre que lo necesitara. Me ha dado paz conmigo misma. Me ha dado el cariño y la paciencia de Cris en la convivencia y un refuerzo en seguridad en mi valía como trabajadora…
¿Qué le pido al 2009? Pues al igual que al 2008, no le pido nada más que no estar peor de lo que estoy. Que mi madre no me deje de hablar cuando vea el tatuaje (espero que en verano), que me renueven el contrato en junio, que la gente que me quiere lo siga haciendo y que todos estemos bien. Pero claro, nunca se sabe, cada año que empieza es una nueva caja de sorpresas…